LIAR el miedo.
Busca entre sus bolsillos algún moño que lo haga pegarse en colores absurdos de monitores o en tiendas estúpidas de centros comerciales estúpidos. Pasa de plaza en plaza, no se cansa, solo avanza pero se le abalanzan las casas tan altas como cascadas y prefiere tomar la curva. Disfruta pasar los dedos a las paredes escarchadas o las uñas en rejas de algún edificio con complejo de celda. Le gustan los sonidos pequeños y humildes como las piedras cayendo al agua cuando está sentado al borde del río. Detiene la memoria siempre y se burla del pasado para volver a errar ahora mismo. Es trágico e imposible rechazar el miedo por amor, se repite. Ahora solo genera placer con miedo a generar amor. Huye en cuanto puede. Solo agradece recibir detalles del viento, como sus frías caricias, la manera en cómo le hace trepidar, en lo rápido que se lleva al humo o lo denso que lo vuelve, en otorgarle esa volubilidad para largarse sin destino fijo. Gracias. ¿Qué tipo de corriente lo conduce? La