Noescribohacemucho.
Paseo por la avenida de vez en cuando. Las veredas apresuran mi paso, son abusivas, son empinadas. La fricciòn de mis tobillos con la zapatilla me molesta. Voy bajando, llevando mi cigarrillo a la boca, repetidas veces, pasàndolo de solido a agradable para el olfato. Espero que en alguna esquina empieze la tos, que surja violentamente, que permita el lagrimeo, que me entretenga un momentito con la asfixia... Espero caer arrodillado y sujetar el pantalón de algún caballero de 54 años y que éste se rehúse a auxiliarme. Destrozarme la garganta y expectorar coágulos, desesperarme y ahogarme con las flemas y alaridos involuntarios. Rendirme y dejar que todo siga su rumbo. Acordarme de la primera vez que toqué un pitillo, las veces que trataba de mezclarlo con una taza de café afinada o tal vez con una pieza de jazz bien cargada. Pero no. La brisa se lleva la brasa y la muerte se atrasa... destruye mis esperanzas.